La primera de las tres etapas del proyecto “Desarrollo y aplicaciones de sensores remotos en órbita terrestre baja (LEO) para mejorar la toma de decisiones sobre resiliencia climática y ambiental en el Caribe y la lsla Hispaniola (QuisqueyaSat 1)”, consiste en el diseño y desarrollo de los sensores.
“Actualmente nos encontramos en la fase de pre-ensamblando de partes comunes del satélite”, anunció Sánchez.
La recogida temprana del sargazo facilita procesar estas algas de manera más eficiente y algunos de sus posibles usos en estudio son la producción de biogas, fertilizantesouvenirs y adornos para el hogar; “hay una industria muy grande que se puede crear con este problema”, señaló el investigador.
Los fondos para la puesta en marcha del proyecto los proporcionan el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), a través de la iniciativa Fondocyt, que presupuestó para el diseño y la operación del satélite unos 5.5 millones de pesos, y el Intec que añadió alrededor de 2 millones adicionales.
Además del Grupo de Investigación de Ciencias Aeroespaciales del Intec, en el QuisqueyaSat 1 también colaboran la Universidad Sapienza, de Roma, el Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), el Instituto Superior para la Defensa (INSUDE), el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismos de Desarrollo Limpio, el Instituto Dominicano de Telecomunicaciones (Indotel) y la Fundación Grupo Punta Cana.
El equipo técnico del proyecto lo componen los investigadores Martín Meléndez, Iván Jiménez y Juan Samuel Pérez. También reciben apoyo del Observatorio de Cambio Climático y del Grupo de Investigación del Sargazo del Intec y cuentan con la asesoría internacional de la doctora en instrumentación espacial Clara Juanes Vallejo, y del ingeniero experto en temas ópticos y cámaras, Carlos Sanlley.
Sargazo en playas del Caribe afecta al turismo
Cada año, toneladas de sargazo llegan a playas del Caribe. Esto representa un problema para los turistas que visitan diferentes destinos de la región, porque ensucia las playas y, cuando se descompone, produce mal olor y problemas con la recogida.
El volumen de estas algas ha aumentado en años recientes. Científicos lo atribuyen al cambio climático, que hace los mares más cálidos, y al incremento en el vertido de nutrientes al Atlántico por la agricultura intensiva en Brasil, cuyos residuos son arrastrados por los ríos Amazonas y Orinoco hasta el océano y dan alimento a estas plantas acuáticas.